aliyah

La emotiva historia de una joven británica que logró huir de un entorno de abuso y violencia

El relato de una joven londinense de 24 años de edad llamada Aliyah, contado a Amanda Kirton de BBC Mundo, dio a conocer un insospechado escenario de violencia protagonizado por un padre agresor.

Detalló cómo se abrazaban ella y su hermana mientras lloraban hasta quedarse dormidas, posiblemente para evadir una realidad carente de dinero y con hambre, como ocurría de forma intermitente.

De igual manera, la memoria le trajo a colación el momento en el que llegaron las autoridades a su hogar y sus padres mostraron “sus mejores caras”, así como todo el tiempo “perdido” por los servicios sociales para protegerlas.

En este sentido, la consultora en actividad criminal infantil, Kendra Houseman, advirtió que esta historia al igual que la de otras chicas como Aliyah tiene un patrón clásico y enfatizó que “si el hogar no es un lugar seguro, eso las hace vulnerables a la explotación”.

Descenso al alcohol y las drogas

La relación tóxica de Aliyah con el alcohol inició cuando lo probó en el cumpleaños de su padre, quien invitó a varios amigos a su residencia y uno de ellos le dio un trago de champán que derivó en una intoxicación alcohólica.

“La bebida se convirtió en un problema, bebía porque estaba deprimida”, contó la mujer que para entonces tenía solo 8 años y a los 13 años ya era dependiente de estas sustancias.

Asimismo, en otro momento fue abandonada a su suerte, bajo un mismo techo, con traficantes de armas y drogas luego de que su padre abandonara su casa.

“Tenía 10 años y me quedé con todos estos traficantes de drogas en mi casa. Honestamente, no sabía qué había hecho”, contó. Para ese entonces, creía que era la culpable de tal situación.

De esta forma, Aliyah conocería tiempo después a un señor que le “mostró un interés más genuino” y comenzó a cuidarla hasta el día de hoy.

20 hogares en tan solo tres años

En su entrevista, incluyó la época en que su vida era una mezcla entre el alcohol, un rendimiento escolar nulo, un ambiente de penuria y noches en la intemperie, todo ello a la vez que fue recibida por un total de 20 hogares de acogida a lo largo de tres años.

Además de beber hasta desfallecer y golpear a sus amigos de clases, también comentó que intentó hacerse daño a sí misma y quitarse la vida. Más tarde iniciaría su vida delincuencial de la mano de adolescentes drogadictos mayores que ella.

“Fueron años de lastimarme a mí misma y lastimar a otras personas. Fue por lo que pasé, las cosas por las que no merecía pasar, me estaba afectando. Me robó mi infancia. Me la quitaron cuando era demasiado joven. No pude recuperarla porque las cosas simplemente empeoraron después de eso”, dijo.

Convertida en un blanco para victimarios ventajistas, Aliyah contó como fue que creyó enamorarse de un hombre mayor que ella, quien en realidad acabó aprovechándose y haciendo que vendiera sus drogas.

Patrón de modelo de explotación

Definido como el “modelo de explotación del novio” por Rita Jacobs, trabajadora social en Londres, este método no es nada novedoso y es muy frecuente.

La funcionaria de políticas de seguridad infantil en internet de la Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los Niños (Nspcc), Hannah Ruschen, dijo que la tecnología actual le facilita la tarea a los criminales, cosa que no ocurría en la época de Aliyah.

La data de la Nspcc sostiene que el 80% de las víctimas identificadas digitalmente son niñas menores de edad, con edades que van desde los 12 hasta los 15 años.

“Debido a que hay un acceso constante al niño a través de Internet, puede suceder muy rápidamente. Puede pasar de un simple acto como una solicitud de amistad a escalar rápidamente al intercambio de imágenes en línea”, aseguró Ruschen.

De la rebeldía a la disciplina

La historia de Aliyah siguió con la vez en que se escapó de sus padres adoptivos y se refugió en las casas de sus amigos, hasta que un día el aislamiento la sobrepasó y se entregó a las autoridades en una comisaría, lo que derivó en su primer traslado a un hogar de protección.

Allí conocería una disciplina a la que no estaba acostumbrada, con reglas que incluían cenar todos los días en la mesa con sus cuidadores. Ese fue el lugar en el que conoció a Rowena Miller, la trabajadora social que le fue asignada y quien creyó en ella.

“Definitivamente estaba traumatizada por mi vida. Y un poco de eso todavía esta en mí. Sé cómo manejarlo mucho más que antes, porque antes simplemente no sabía lo que pasaba”, dijo Aliyah, quien dejó la casa de protección infantil con otro rostro y actitud hacia la vida a sus 16 años, edad a la que también se embarazó.

Tras ese tormento, la joven decidió tomar las riendas de su vida y asistir a todas las reuniones para abandonar los vicios y así impedir que su hija, quien actualmente tiene 7 años, viviera lo mismo que ella. Y lo logró.

En el presente, Aliyah trabaja, escribe poesía como hobby y afirma estar en un “lugar mejor”. Asimismo, está esperando el inicio de su entrenamiento para ayudar a otras niñas que experimentan casos similares al suyo, siendo una trabajadora social como Rowena.

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