mercy culture

Un Reino Americano: conoce a la nueva y creciente secta evangélica que quiere una nación unida bajo Dios

Mercy Culture es el nombre de la iglesia cristiana no confesional en ascenso que no niega su postura conservadora y que sostiene a varias de las congregaciones más grandes de Estados Unidos.

En una nota del diario The Washington Post se cita a la consejera espiritual del expresidente Donald Trump, Paula White, entre los influyentes integrantes de un movimiento que le sirve de motor de campaña al magnate.

Mientras que los líderes de Mercy Culture asumen el incremento de fieles al poder de un cristianismo “sin concesiones” de la congregación no denominacional, expertos religiosos estiman el desarrollo de la llamada Reforma Nueva Apostólica (NAR).

“Presidente elegido por Dios”

Un teólogo californiano misionero en Latinoamérica durante la década de los años 90 destacó las tensiones de un conjunto de principios sociológicos y creencias como el dominionismo, que afirma que Dios manda a los cristianos devotos a proclamar su autoridad sobre las “siete montañas de la vida”.

“Ninguna de las cuales es nueva. Formaron la base de la derecha cristiana en la década de 1970 y han alimentado al Partido Republicano durante décadas”, se lee en el artículo de la columnista del Post, Stephanie McCrummen.

El texto sopesa la nueva red de líderes de derecha al estilo Trump como una nueva fuerza del eje republicano, mismos “votantes evangélicos” más jóvenes que se desligan de los bautistas del sur.

“Misericordia por la gracia inmerecida”

La nota cuenta la historia de cómo Landon Schott fundó hace al menos cuatro años la nueva iglesia Mercy Culture, tras recibir una señal de Dios luego de haber ayunado por tercer día consecutivo e ir por la bendición del pastor Robert Morris, asesor evangélico de Trump.

“Morris lo bendijo. No mucho después de eso, un banco lo bendijo con los fondos para comprar una iglesia envejecida llamada Calvary Cathedral International, una estructura poligonal con un campanario blanco alto”, se lee.

Descrita como una iglesia vanguardista con detalles delicadamente preparados, se contó cómo en el escenario con capacidad para 1.500 personas, varios fieles llegan a ver, sentir e incluso probar el Espíritu Santo como una fuerza tangible.

Luego de recitar canciones y mantras sobre el escenario, en un domingo reciente se comenzó a reproducir un video con imágenes apocalípticas de una hora de duración que mantuvo la atención del público hasta ser pronunciado el sermón del pastor que comparó la agenda progresista/liberal con las fuerzas de Satanás.

“Tenga cuidado con el espíritu seductor, político, demoníaco y hambriento de poder que usa la brujería para controlar al pueblo de Dios. Tenga cuidado con los líderes deshonestos”, advierte un fragmento de la esencia del replicado sermón dominical.

McCrummen resumió la historia de un joven barista llamado Ryan Winters transformado casualmente al movimiento, así como el envío de misiones de jóvenes voluntarios a los “cuatro cuadrantes demoníacos de Fort Worth” como predicadores.

Expuso el vínculo político del movimiento declarado por su pastor como “justo” con un acaudalado y próximo candidato a la gobernación de Texas en el 2022.

“Nunca significó que los cristianos no deberían involucrarse en la política”

Steve Penate, miembro de la iglesia y otrora candidato a la alcaldía de Fort Worth, desestimó las críticas al movimiento religioso que van desde el fomento del radicalismo espiritual como nueva forma de hacer política, hasta la prohibición constitucional de un Estado laico estadounidense.

“Hay un gran error en lo que respecta a la separación de la iglesia y el Estado. Nunca significó que los cristianos no deberían involucrarse en política”, refutó Penate.

Tras asegurar que si alguna vez es elegido le será leal a Dios, añadió: “es simplemente amar la ciudad. Estar comprometido. Nuestros niños están en escuelas públicas. Nuestros coches están en la vía pública. La realidad es que las personas que no se alinean con la iglesia se han apoderado de todo”.

Otro miembro de Mercy Culture, que apoyó la campaña de Penate, cuestionó qué pasaría de ser asumida una posición distinta de la iglesia en todos los aspectos de la vida.

En este sentido, estimó que “no habría personas sin hogar. Sin viudas. Sin huérfanos. Parecería una sociedad que tiene un sistema de valores. Un sistema de valores cristiano”.

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