servicios sociales británicos

Menor de edad fue entregada en matrimonio islámico por servicios sociales británicos, para ser esclavizada sexualmente

La historia de una mujer que a sus 15 años de edad, identificada como Anna, fue entregada en matrimonio islámico por los servicios sociales británicos a uno de sus victimarios sexuales, fue revelada el martes en un informe independiente que reseñó el diario Daily Mail.

El trabajo investigativo encargado por las autoridades en el 2019 se basó en el auge de la explotación infantil durante los últimos 20 años en la ciudad de Bradford, Inglaterra.

Asimismo, estuvo motivado por el escándalo local y la entonces condena de nueve sujetos de origen pakistaní por abusar sexualmente de varias niñas bajo cuidado de instituciones estatales.

Aunque Anna no provenía de una familia musulmana, los servicios sociales locales dieron luz verde para que fuese adoptada por un matrimonio de una pareja musulmana con un hijo biológico, mismo que la había acosado de manera online y que posteriormente la embarazó.

Esto derivó en el matrimonio de Anna y su abusador por la ley islámica de la ‘Sharía’.

Caso omiso y dependencia de su abusador

El informe indicó cómo los servicios confidenciales de ayuda para menores involucradas en la prostitución hicieron caso omiso cuando Anna, que era tan solo una adolescente en el año 2002, les contó sobre los abusos sexuales.

Los relatos de las violaciones a las que era sometida en su establecimiento residencial, del cual se ausentó hasta 70 veces, nunca fueron reportados ante la policía.

El argumento entonces expuesto por el trabajador social responsable de la joven fue que la ceremonia islámica era la posibilidad de disminuir los riesgos a los cuales la chica se exponía cuando no iba a su residencia.

“Es difícil comprender cómo esta decisión pudo haber sido tomada y como resultado Anna fue completamente dependiente de su abusador y su familia”, señaló el reporte.

La víctima confesó a los autores del reporte que se quedó con su esposo por temor a la represalia mortal por parte de este, conocida como “crimen de honor”. 

Durante ese lapso, Anna vivió siendo una esclava doméstica y “abusada y explotada sexualmente por decenas de hombres adultos”.

Por su parte, lo único que hicieron los servicios sociales británicos fue ofrecer sus lamentos y disculpas a todas las víctimas, y aunque admitieron que “aún queda mucho por hacer”, aseguraron que las prácticas estatales han “mejorado” desde ese episodio.

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